Son la herramienta que permite a las personas con agenesia o amputación en los miembros superiores gozar de más autonomía y calidad de vida. En los últimos quince años, las prótesis para mano y brazo han avanzado de forma notable y ofrecen múltiples soluciones según las necesidades y características de cada usuario.
Son la herramienta que permite a las personas con agenesia o amputación en los miembros superiores gozar de más autonomía y calidad de vida. En los últimos quince años, las prótesis para mano y brazo han avanzado de forma notable y ofrecen múltiples soluciones según las necesidades y características de cada usuario.
Las manos son la parte de nuestro cuerpo que más exhibimos y que mayor parte del tiempo pasan al descubierto. Con ellas no solo alcanzamos, agarramos o transportamos objetos. También comunicamos, sentimos, acariciamos y realizamos infinidad de actividades. Protetizar las extremidades superiores es, por tanto, un proceso de gran complejidad que, ante todo, ha de dar respuesta a todas las necesidades del usuario: tanto funcionales como estéticas o emocionales.
Hoy día existen diferentes modelos de prótesis. En la elección de un dispositivo u otro influirán diferentes factores, pero principalmente dependerá del nivel de amputación o de la pérdida o limitación que se quiera compensar. El objetivo, en cualquier caso, ha de ser siempre favorecer la autonomía del paciente, mejorar su calidad de vida y contribuir a la normalización y aceptación de la pérdida.
La mayor parte de las amputaciones en miembros superiores son de origen traumático (accidentes de tráfico o laborales, normalmente) o por algún proceso tumoral. En otras ocasiones, la necesidad de usar una prótesis se debe a una agenesia. En estos casos, es recomendable que el bebé, a partir de los dos meses, tenga ya la primera prótesis con el fin de favorecer la propiocepción y el desarrollo del niño. Ante todo, la elección del dispositivo ha de hacerse siempre siguiendo las recomendaciones de un equipo multidisciplinar (formado por médico, fisioterapeuta, terapeuta ocupacional y técnico ortopédico) que también se encargará de supervisar el proceso de aprendizaje en el manejo de la prótesis. Como normas generales, es muy importante revisar la prótesis y adaptarla de forma periódica (con mayor frecuencia en la época de crecimiento).
Clasificación
Las prótesis de miembros superiores se clasifican en tres grandes grupos: pasivas y funcionales, que, a su vez, se subdividen en otros tipos o categorías, y las híbridas.
Al hablar de PRÓTESIS PASIVAS, hacemos referencia a las llamadas prótesis laborales y a las prótesis estéticas. Las laborales suelen emplearse como ayuda para el desempeño de una actividad laboral cuando lo que hay es una amputación parcial de la mano y se conservan uno o más dedos. Las estéticas, por el contrario, se utilizan cuando el fin que se persigue es recuperar el aspecto y la imagen corporal del usuario. Este tipo de prótesis es menos pesada y más cómoda para el paciente. De los modelos hechos antiguamente en madera o fieltro se ha pasado a utilizar silicona de alta pureza más moldeable y con un aspecto muy similar al de una mano real.
En lo que respecta a las PRÓTESIS FUNCIONALES, éstas se subdividen según la fuente de energía que se emplee para su manejo.
- Prótesis de energía corpórea: aprovecha la fuerza corporal del usuario (muñón, cintura escapular y cuello) que, mediante un sistema de correajes unidos a la prótesis, activa los movimientos del codo y la mano. Requiere de un proceso de aprendizaje delante del espejo para que el paciente controle el proceso.
- Prótesis de energía extra corpórea:
Por último, las PRÓTESIS HÍBRIDAS combinan las dos posibles fuentes de energía: corpórea y extra corpórea. Así, el movimiento de abrir y cerrar la mano se hace con señales mioeléctricas, mientras que la flexión y extensión del codo se hace mediante un arnés accionado por los movimientos del cuerpo.