Sin lugar a dudas, un encaje mal adaptado puede ser el fracaso de una prótesis ortopédica. La aparición de dolor, ampollas y una mala suspensión de la prótesis puede dar lugar a que el paciente restrinja el uso de la misma hasta el punto de provocar que, finalmente, necesite usar una silla de ruedas, aún cuando el resto de componentes (rodillas, pies o sistemas modulares) que contenga la prótesis sea de última generación.
Los nuevos materiales, los diseños de los encajes con la tecnología CAD CAM, la formación de los técnicos y las exigencias de los propios pacientes han dado lugar a la evolución de los encajes, desde los fabricados en madera de manera artesanal a mediados de siglo, hasta los realizados en la actualidad por ordenador en termoplástico flexible y quilla de fibra de carbono.
Para alcanzar la buena adaptación de una prótesis es necesario crear un encaje confortable y totalmente adaptado al muñón, que tenga una buena suspensión y que no haga ningún tipo de roce. Para esto, nos valdremos de los nuevos materiales antes mencionados (termoplásticos flexibles) para la fabricación de los encajes liners de silicona con propiedades dermatológicas, que hacen de interfases entre el muñón y el encaje o de sistemas de vacío forzado. Todo ello tiene un único objetivo: alojar el muñón de manera envolvente, estable, confortable y segura, tanto si vamos caminando como si permanecemos sentados.
El tipo de encaje flexible que aparece en la fotografía distribuye el peso equitativamente a lo largo de toda la superficie del muñón, eliminando los puntos de presión y permitiendo que el encaje se doble y expanda al sentarse. De este modo, evitamos los ya consabidos roces en la zona perineal y de la espina iliaca.
La parte rígida del encaje, la quilla laminada en fibra de carbono, debe ser minimizada al máximo, siendo lo estrictamente necesaria para poder ofrecer el soporte y la estabilidad que el encaje necesita. Así, se favorece la propiocepción entre el encaje flexible y el muñón.
Asimismo, tenemos que tener en cuenta a la hora de fabricar el encaje las posibles fluctuaciones del muñón, volumen que no debe ir más allá de un 2% de diferencia total del mismo. En el supuesto de que sea mayor o si ya hay mucha diferencia, habrá que fabricar un nuevo encaje. En ocasiones, los cambios de volumen se pueden compensar con calcetas especiales.
A la persona amputada hay que hacerle ver que debe mantener su peso dentro de un margen razonable para evitar roces o excesiva presión si el volumen es mayor o que se le descuelgue la prótesis si el volumen es inferior.
Hoy en día el tipo de encaje más habitual adaptado tanto en prótesis tibiales como en femorales es el de suspensión por silicona, ya sea por vacío con membrana hipobárica o de sujeción por pin con sistema de anclaje.
En este apartado encontramos un gran abanico de posibilidades para la elección del tipo de liner a adaptar, ya que cada firma comercial desarrolla sus propias siliconas. Para una buena elección del liner es conveniente tener en cuenta las características del muñón, la actividad del paciente así como su morfología y, sobre todo, la elección de la talla correcta por parte del técnico.
A modo de conclusión, podemos afirmar que la función de un buen encaje es:
- Acomodar confortablemente el muñón.
- Transmitir la carga de la prótesis al mismo.
- Proporcionar información propioceptiva de la localización espacial de la prótesis.
- Asegurar la adecuada suspensión protésica.