Frenar en seco y detener la vida o reemprender la marcha desde un sendero diferente. Cuando Manuel López (Jaén, 1985) sufrió un accidente de tráfico supo que no había más alternativas posibles y tampoco mucho tiempo para decidirse.
“El sabio puede sentarse en un hormiguero, pero solo el necio se queda sentado en él” (proverbio)
Frenar en seco y detener la vida o reemprender la marcha desde un sendero diferente. Cuando Manuel López (Jaén, 1985) sufrió un accidente de tráfico supo que no había más alternativas posibles y tampoco mucho tiempo para decidirse. La opción fue clara, “no tanto por mí, sino por mi familia. Sabía que si yo me hundía, la gente que me quiere también se vendría abajo”. Y eligió continuar su vida por donde la había dejado. Así. Sin más.
“El día del accidente salí a hacer un recado mientras veíamos un partido de fútbol. En el trayecto, choqué con un vehículo que, por error, circulaba en sentido contrario”. El resultado: amputación en la pierna izquierda a la altura del tobillo. “Fui consciente en todo momento de lo que estaba ocurriendo y sabía que iba a perder el pie. Fue un golpe muy duro, pero decidí que mi vida no cambiaría”. Y así ha sido. Un año después del fatal siniestro, Manolo está terminando sus estudios de FP de Electricidad y sueña esperanzado con la posibilidad de encontrar un trabajo cuando pase el verano. Por lo demás, sigue haciendo lo mismo que hasta ese momento: disfrutar de su hija, de su familia y su novia y de sus otras grandes pasiones: el deporte, el dibujo y… las motos. “No he cogido miedo. Las motos son el negocio familiar y, aunque no quiera dedicarme profesionalmente a ello, me gustan y sabía que a pesar del accidente, tendría otra”. Una scooter, aunque más adelante, quién sabe, quizá una de marchas.
Autonomía
La adaptación a la prótesis, a su uso y a sus cuidados ha sido especialmente sencilla para Manolo. La altura a la que se produjo la amputación y el hecho de que conserve su rodilla han sido claves para garantizar su movilidad y autonomía. De hecho, aún teniendo muletas, no las usa ni cuando, incluso, va sin la prótesis. “Cuando estoy en casa me la suelo quitar para descansar la pierna y que el muñón se airee. Por lo demás, me resulta muy cómoda tanto para caminar como en lo que a sus cuidados se refiere: tan sólo la limpieza y el mantenimiento básico para que la piel esté cuidada y la prótesis encaje bien”, explica.
Además de la prótesis de diario, Manolo acaba de hacerse otra especial para baño. “Es cierto que los niños y las personas mayores te miran extrañados, apenados, sorprendidos… pero no tengo problema. No creo que haya que disimular o esconderse”. La nueva prótesis es apta para su uso en terrenos mojados y resbaladizos y permite disfrutar de la playa o la piscina sin ningún tipo de ayuda adicional. Incluso el pie está diseñado con una imagen natural, con dedos definidos y “con el dedo gordo separado por lo que me puedo poner hasta mis chanclas”… sonríe. “Cuando unas puertas se cierran, otras se abren… No hay vuelta atrás. Lo que hay que intentar es vivir lo mejor posible dentro de las circunstancias que a cada uno le toca vivir y en ello estoy”.