Cada vez son más los cuidadores que emplean una grúa para ayudarse en la manipulación de la persona a la que cuidan. Con ello, garantizan no solo la seguridad y la confortabilidad durante el traslado, sino que previenen las posibles molestias o lesiones que puedan sufrir a causa de posturas y movimientos incorrectos.
Cada vez son más los cuidadores que emplean una grúa para ayudarse en la manipulación de la persona a la que cuidan. Con ello, garantizan no solo la seguridad y la confortabilidad durante el traslado, sino que previenen las posibles molestias o lesiones que puedan sufrir a causa de posturas y movimientos incorrectos.
Si hasta hace unos años su uso se limitaba a hospitales y centros residenciales, hoy día cada vez es más frecuente encontrarlas en domicilios en los que residen personas dependientes y con escasa movilidad. Las grúas de transferencia permiten, en apenas unos minutos, trasladar al paciente de forma cómoda y segura: su mecanismo es sencillo y seguro y basta un poco de práctica para incorporarlo con facilidad en los hábitos cotidianos de cuidado. Pero, además, el uso de una grúa conlleva otras ventajas respecto a las transferencias realizadas de forma manual:
A la hora de elegir una grúa de transferencia es importante recibir asesoramiento por parte de profesionales cualificados. El peso, el grado de movilidad del paciente, sus características e, incluso, las dimensiones del domicilio o el tipo de cama en el que descansa son factores a tener en cuenta. También el uso para el que quiere emplearse: si es sólo para transferencias o si lo que queremos es un sistema de bipedestación para mantener erguida a la persona dependiente.
Proceso
Nada mejor que la práctica, pero saber cómo es el proceso y unas pequeñas recomendaciones les ayudarán a ganar seguridad durante el proceso.
1. Lateralización: lo primero es poner a la persona en posición decúbito lateral para colocarle el arnés. El proceso es similar al seguido, por ejemplo, para el cambio de pañal en adultos.
2. Colocación del arnés: lo habitual es que el saco llegue hasta la altura de los hombros, pero también los hay que cubren la cabeza para personas, por ejemplo, con parálisis cerebral o con dificultad para mantenerla. El arnés está acolchado para mayor comodidad y es fácilmente lavable. Es recomendable que esté abierto por la zona de los glúteos para facilitar su manejo.
3. Enganche de las cinchas del arnés a la percha de la grúa.
4. Subida: con el mando a distancia activamos la subida de la grúa con movimientos suaves y de forma pausada para evitar vértigo o molestias.
5. Una vez suspendido en el aire, se acerca al lugar donde queremos situarlo: silla de ruedas, de baño, sillón… Aunque este es un proceso seguro, es importante dejar a la persona el menor tiempo posible en esta posición.
6. Colocación: el arnés suele llevar unas cinchas que facilitan la tarea de posicionar de forma correcta a la persona. Una vez colocado en el lugar deseado y después de asegurar un buen posicionamiento, quitar el arnés es tarea fácil y sencilla.
Para garantizar el buen uso y la durabilidad de la grúa, basta con vigilar el estado de la batería y mantener limpios el arnés y las ruedas. Hoy día, existen grúas plegables, lo que facilitan su transporte y almacenaje. Además, el hecho de que los pies o palas puedan abrirse, facilita el acceso al lugar al que va a realizarse la transferencia y el que el sistema de ruedas sea de gran ligereza ayuda a que los movimientos puedan realizarse con suavidad y sin apenas oscilaciones.